jueves, 28 de mayo de 2020


REINVENTARSE SIN PERDER EL PROPÓSITO
Por Javier García Blasquez López, coordinador de Protagonistas del Cambio UPC
Algunos especialistas sostienen que solo basta 28 días después de realizar una actividad para convertirla en un hábito. En este contexto, de camino a la “nueva normalidad”, en el cual por más de 2 meses hemos ido cambiando nuestras rutinas, ¿cuántos hábitos nuevos habremos añadido?, ¿Cuántos otros habremos dejado o cambiado?
Hoy los emprendedores son quienes se enfrentan a un reto mayor, ya que deben reinventarse y cambiar su modelo de negocio para convivir en una nueva realidad debido a los desafíos que presenta la pandemia del Covid-19. Hace algunos años se decía que “la empresa grande se comía a la pequeña”, luego que “la rápida a la lenta”. En la actualidad, es el negocio ágil (rápido y flexible) el que logra adaptarse y continuar en el mercado.
 ¿Y los emprendedores sociales cómo se verán afectados por esta coyuntura? Los jóvenes emprendedores llevan en el ADN la resiliencia, la empatía y la pasión, a diferencia de los emprendedores empresariales, son movilizados por un problema que buscan cambiar en la sociedad.
Entonces ¿De qué manera podrán reinventarse sin perder el propósito? Si bien el reto es grande, hay una variable que es importante considerar, un emprendedor social es más tolerante y tiene más resistencia, sabe que de él dependen los beneficiarios de su proyecto. Si a esto le sumamos que tiene el ADN innovador; no solo la cultura “apaga incendios” sino la apuesta sincera en la creación de valor, la posibilidad que tienen de reinventarse es mucho mayor.
En estos tiempos cambiantes, posterior al shock inicial, vemos como estos emprendedores se organizan para juntos colaborar con el Estado en aliviar el dolor social desde campañas de donación, ayuda, hasta el acompañamiento en la producción de equipos de soporte para la primera línea.
Finalmente, otro grupo se encuentra buscando estrategias de alianzas, preparándose para la reconstrucción. Además, se están formando, ya que saben que en la realidad a la que nos enfrentaremos serán mucho más visible los problemas sociales. De esta manera, los emprendedores sociales, quienes ven en un problema una oportunidad, serán la línea de batalla para aliviar el dolor social que se generará en la etapa de reconstrucción.
Resiliencia, pasión e innovación son características de todo emprendedor social que están alineadas a transformar nuestra realidad en el país que queremos y nos merecemos, en esta crisis si hay oportunidades.


lunes, 18 de noviembre de 2019

Tres historias, tres dolores, una misma causa

Por MBA Javier García Blásquez López

Historia 1 (40 años):
Un lunes de setiembre fui a Miraflores en la noche, decidí ir sin auto pues tenía flojera de manejar y buscar estacionamiento. Me encontré con mis amigas y conversamos un rato. Después de una magnífica velada, una amiga con quien volvería decidió irse antes y tomé la decisión de quedarme un rato más. No había bebido alcohol y pensé que la mejor manera de llegar a Chacarilla sería pedir un taxi seguro, entonces, elegí Cabify. Ya era de noche, alrededor de las 10 p.m., cuando empezó el viaje en taxi. Inmediatamente, tuve un mal presentimiento; sin embargo, en ese mismo instante pensé “son tonterías y traumas míos”. Unos minutos después, algo empezó a ocurrir, sentí mareos, inestabilidad, empezaba a perder el control y le hice muchas preguntas al taxista, pero este no respondía.
En mi desesperación, aproveché que el auto se detuvo en una luz roja, abrí la puerta y escapé tropezando en la vía del auto. Desubicada y muy nerviosa, me senté en la vereda y con un mareo extrañísimo solo atiné a llamar a mi esposo. Él vino por mí rápidamente y me llevó a la clínica.  Después de las pruebas, el diagnóstico fue que estaba drogada, pero nunca supe bajo qué sustancia.
Fue un susto, me salvé de algo que pudo ser aterrador.
Fue mi culpa, no debí quedarme un rato más ni volver de noche y menos tomar un taxi, así sea “seguro”, pues los hombres violan.

Historia 2 (18 años):
Parábamos juntos, era mi mentor (pudo ser mi padre, pues era más de 30 años mayor que yo). Un día me preguntó ¿qué haces en la noche?, le dije que no tenía planes y quedamos en ir a tomar y picar algo. Me parecía súper chévere, pues era una persona recontra culta e inteligente y siempre se preocupaba por mí.
La noche avanzaba, tomamos muy poco y picamos un par de platos, la conversación estaba muy amena e interesante hasta que me miró con otros ojos y me comentó “mejor me voy al baño, porque te quiero besar”.
Fue un momento de mucha tensión para mí, no sabía qué pensar.  Volvió del baño, se disculpó y luego nos fuimos. Camino a mi casa, no pasó nada, no hablamos nada, solo bajé y corrí a mi cuarto.  
Fue mi culpa, no debo aceptar salir con hombres mayores, ya que ellos pueden querer algo más.

Historia 3 (41 años):
Mi esposo y yo salimos a correr, un recorrido tradicional de unos 4 km. en La Molina, vestíamos ropa deportiva para la ocasión y, además, yo siempre uso un “tapa rabo” para evitar miradas incómodas.
Habíamos avanzado una buena distancia y empezamos el camino de retorno. Siempre que corro, sola o acompañada, escucho música para “desconectarme” de la ruta. Estábamos en una avenida y, de un momento a otro, desde un auto en el que había varios hombres con actitud peligrosa, uno de ellos me gritó algo que no escuché muy bien, pero consideré muy desagradable por la expresión en su rostro. En ese momento, me sentí terriblemente culpable y hasta con vergüenza de que mi esposo viera esa escena.  
Fue un momento incómodo y no pude reaccionar, pues el auto se fue velozmente.
Sé que fue mi culpa, porque no debo salir a hacer ejercicios, ya que puedo provocar a los hombres.

Tres historias, tres dolores, una misma causa: el machismo que, además de agredir, genera un sentimiento de culpa en las víctimas. Ninguna de las tres mujeres hizo nada incorrecto, todas fueron víctimas de la cultura machista normalizada.
El machismo mata, lastima y ofende.
Formemos personas con un enfoque de género y cambiaremos la sociedad a una que queremos y nos merecemos. 

martes, 29 de enero de 2019

¿El peruano promedio es innovador o recursero?


Por MBA Javier García Blásquez López
En medio de un conversatorio sobre innovación social en alguna región de nuestro hermoso país, a manera de retar al auditorio, realizo la pregunta “¿el peruano es creativo?” Al unísono y sonriendo escucho un “sí” fuerte y sostenido. Algunas personas giran sus rostros y se generan varios contactos visuales entre la audiencia, afirmando y saludando su creatividad.
Luego de esa algarabía, efectúo otra pregunta ¿el peruano promedio es recursero o innovador?”, con caras cómplices y, nuevamente, casi al unísono escucho “recursero”.
Es sumamente interesante esta experiencia, pues esta pregunta la he realizado en doce regiones diferentes del Perú y la respuesta fue siempre la misma o alguna muy similar. El peruano promedio siente o percibe que somos más recurseros que innovadores.
La gran interrogante que surge es ¿por qué se genera esa percepción?
De acuerdo a la teoría, la innovación, si bien tiene muchas definiciones y variantes según el rubro en el que se trabaje, podemos resumirla en que es la suma de creatividad + oportunidad + implementación de la cual se obtiene la creación de valor, es decir, innovar es crear valor. Por otro lado, el “ser recursero” se entiende en el argot popular como aquella capacidad para salir creativamente y con el mínimo esfuerzo de algún problema (apaga incendios).
Es así que uno de los grandes problemas en nuestro país es que estamos mal acostumbrados a las políticas “apaga incendios”, las mismas que extrapolamos a cualquier actividad de nuestra vida (laboral, personal, académica, etc.). Creemos que realizar algo rápido y con el menor esfuerzo es la manera perfecta de solucionar un problema eficientemente. Sin embargo, con ello, solo estamos postergando la solución real e ideal al problema que enfrentamos.
No estamos acostumbrados a analizar, estudiar, prototipar, probar, ensayar y luego ir evaluando la mejora, pues sentimos que este es un proceso tedioso y que termina por agotar. No obstante, son  estos los mecanismos necesarios para generar la innovación. La ejecución de ellos es lo que caracteriza a las sociedades desarrolladas de las que seguimos dando vueltas en salir más rápido del problema que de la raíz del mismo.
Esta creatividad peruana nos convierte en expertos “apaga incendios”, característica que no es negativa, pero que nos ha reducido la posibilidad de “tomarnos una pausa” y buscar soluciones trascendentales a los diferentes problemas que nos afectan.
Coordino el programa Protagonistas del Cambio de la UPC, el cual busca jóvenes emprendedores sociales en todo el Perú desde el año 2011 y tiene por objetivo visibilizarlos y acompañarlos en su crecimiento y escalamiento como emprendedores sociales. Es asombroso como cientos de jóvenes están involucrándose con la problemática nacional y, sobre todo, como están tomando acción para transformar la realidad que los afecta tanto a ellos como a sus comunidades.  
A pesar de ello, todavía son muy pocos los que se animan a innovar en sus proyectos, pues esto requiere una inversión no solo de dinero, sino también de tiempo, estudio, horas de prueba y error. Es más fácil y sencillo, sin menospreciar el impacto, seguir un modelo ya establecido.
Sin embargo, el panorama país no es tan caótico y mucho menos desmotivador en la innovación social. En todos los años que llevamos recorriendo el país, hemos sido testigos de la evolución que se está produciendo. Antes, solo se encontraban programas de corte filantrópico, asistencialista, proteccionista y apoyo voluntario, que presentaban dificultades de sostenibilidad financiera y una alta resistencia para abandonar el propósito que los impulsó a emprender. Ante esta situación, varios programas debieron pivotear (cambiar las estrategias de negocios sin perder el propósito que las motivo a ser) y encaminarse en una búsqueda de modelo de negocio que les permitiera la sostenibilidad financiera. Una vez obtenida esta sostenibilidad y a base de creatividad, oportunidad (momento oportuno de ejecutarla) y una dura implementación (todos los estudios y pruebas necesarios), se encaminan a la innovación.
Si bien varios de estos modelos los podemos encontrar en Lima o en ciudades con más acceso a la información, también podemos hallar organizaciones que están innovando en diferentes grados y que están poniendo en práctica sus conocimientos adquiridos (ancestrales y nuevos), así como tecnologías ad hoc para sacar adelante sus proyectos en todas las regiones.
Algunos emprendimientos regionales en donde hemos identificado marcados rasgos innovadores son Causa en Tacna , Creadoras en Arequipa, Runafoto en La Libertad, Biovida en Cajamarca, Tingana en San Martín, Identilectores en Junín, CREA en Loreto, Casa Museo en Ayacucho, Shiwi en Madre de Dios, Gutnius en Cusco y Misión Sonrisas Narices Verdes en Puno. Después de Lima, la región con mayor cantidad de emprendimientos con marcados rasgos de innovación es Arequipa. 
Desde Protagonistas del Cambio, entendemos claramente que hay una fuerte necesidad de conocimientos académicos y hemos asumido el reto de brindarlos. Los emprendedores sociales, aquellos que se han movilizado y están trabajando para transformar nuestro país en el que queremos y nos merecemos, necesitan desarrollar habilidades duras y blandas (hard y soft skills) para obtener la posibilidad de innovar con un maletín de herramientas capaces de apoyar su idea de negocio con impacto social.
Es conocido en los ambientes académicos que las grandes naciones y las más poderosas están arriba en los índices de innovación, ya que esta es el elemento que brinda bases sólidas para el desarrollo de los pueblos. Desde nuestro espacio, es hermoso ver que los emprendimientos sociales, al ser innovadores, generan una cultura de cambio total en sus comunidades y se están convirtiendo en movimientos que inspiran a jóvenes a seguir esa senda de desarrollo. Es decir, además de generar una transformación en la sociedad, están logrando inspirar a nuevas generaciones de emprendedores.
Luego de esta breve reflexión, debemos entender que la capacidad “pícara” de resolver problemas con poco esfuerzo es saludable para problemas menores, pero ello no genera cambios estructurales ni sistémicos. Para alcanzar estos cambios y trascender, debemos ir más allá, exigirnos y correr esa milla extra que nos permita incorporar conocimiento nuevo para lograr un cambio sostenible, diferente, que realmente agregue valor y que se ajuste a los cambios. Pero siempre dando un paso adelante, ya que solo así estaremos agregando valor a nuestra comunidad, a nuestra sociedad a nuestro país, es decir, estaremos innovando.

viernes, 7 de diciembre de 2018

No sabemos si tendremos un mañana, pero si sabemos que tenemos un hoy día


Por Javier García Blásquez L.
El 7 de diciembre del 2011, tuve un accidente bastante serio (en mi vida he sido secuestrado, atropellado, encañonado, asaltado, me he chocado, he chocado, me he caído de moto, de bici, es decir, lo que le ocurre a todo el mundo).

Todo empezó con un gesto de responsabilidad, saldría a una reunión y, por seguridad y respeto a las normas, no debía manejar. Al retornar a casa luego de una extraña velada, el taxi hizo una maniobra insólita en el ovalo “Monitor”. Yo, que estaba apoyado en la puerta derecha, salí expulsado del vehículo en marcha y quedé inconsciente en mitad de la avenida Javier Prado a las 2 a.m. Todo lo que sucedió después, me lo han contado, pues quedé desmayado por el golpe. Mi amigo bajó asustado del taxi, se paró en mitad de aquella avenida para evitar un “infortunado acontecimiento” y, para suerte nuestra, (existe mucha gente buena) una señorita, que curiosamente era doctora, en un auto rojo se detuvo bloqueando la circulación por la zona en donde me encontraba tendido en el pavimento. En ese momento, el taxi huyó, la policía no se acercó, pero -gracias a la buena fortuna- los bomberos llegaron rápidamente y fui socorrido por “la bombera más linda que había visto en mi vida” palabras textuales de mi amigo, lamentablemente no la recuerdo. Lo que sucedió después fue una odisea para quienes tuvieron que luchar por mí tratando con las clínicas, los seguros y las demás trabas que te hacen odiar el sistema.

Al recuperar la conciencia, estaba en la cama de una clínica con mi familia acompañándome y yo no podía recordar lo ocurrido. Estuve ahí por unos días y, en ese tiempo, me comuniqué en diversas ocasiones por correo y Facebook. Luego de varios meses, al revisar y leer aquellas comunicaciones, advertí que no las recordaba.

La vida es corta y demasiado hermosa, está cargada de diversas emociones, aprendizajes y aventuras. Si bien se presentan situaciones que no podemos controlar, suceden muchas otras que sí podemos evitar. Vive intensamente, ama mucho, abraza fuerte, agradece, saluda, apasiónate, regala sonrisas y buenas vibras a todos.
No sabemos si tendremos un mañana, pero si sabemos que tenemos un hoy día.

domingo, 21 de octubre de 2018


 ¿Qué se debe considerar para que un emprendimiento sea considerado social?

 Por MBA Javier García Blásquez López

Recuerdo que hace algún tiempo, escuché a un emprendedor social decir “la diferencia entre un emprendedor tradicional y un emprendedor social es que nosotros vamos de la indignación a la acción y a ellos los mueve exclusivamente la oportunidad de negocio”.


Estas palabras me estimularon a la reflexión y en este proceso fui encontrando el propósito superior que envuelve a todo emprendedor social y ambiental. Ese propósito es precisamente “no quedarse de brazos cruzados”, es movilizarse para realizar un cambio, una transformación de la situación observada a la situación deseada. Este emprendimiento, en muchos casos, nace sin conocimientos previos, sin estudios de mercado, sin presupuesto y  sin un norte empresarial muy definido. Sin embargo; sí  emerge con una visión extremadamente clara de la problemática que necesita solucionar,  la cual se convierte también en el combustible motivador que lo alimenta en su lucha por la transformación social para la construcción del mundo que queremos y nos merecemos.
Al emprendedor tradicional lo moviliza el objetivo de encontrar “el océano azul”[1], el mismo que se encuentra asociado con un desarrollo económico en la mayoría de los casos, con estudios previos o con un cuantioso capital más un olfato empresarial que lo determina a conquistar esa oportunidad.
Basándonos en esta reflexión, podemos visibilizar como el campo de acción del emprendimiento social y ambiental se aplica a diferentes líneas de impacto:
·         Medio ambiental,
·         Inclusión social,
·         Educación,
·         Salud,
·         Desarrollo económico y
·         Participación ciudadana.
Debido a que el concepto de emprendedor social es bastante nuevo, la mayoría de definiciones parten por indicar que son movimientos con un alto componente de innovación y que se desarrollan para lograr una transformación social. Sin embargo, no existe un consenso para explicar el concepto de modelo de negocio, puesto que algunas definiciones indican que si bien el modelo es de alto impacto social, debe tener un marcado brazo financiero (un ingreso constante aunque no necesariamente fijo). En este grupo se ubican las empresas sociales, las empresas híbridas y las empresas con propósito. Otras corrientes son más inclusivas e integran en este grupo a las congregaciones, colectivos, voluntariados y asociaciones con o sin fines de lucro, que están orientados a fines similares, pero que no ponen en evidencia alguna fuente formal de ingresos por actividad comercial o de servicios.
La actual legislación no admite empresas sociales ni híbridas, es decir, de acuerdo a ley, todas están consideradas como empresas y, por tanto, deben tributar de la misma forma. En esta situación,  la mayoría de empresas sociales (emprendimientos sociales con brazo financiero) enfrentan la primera gran muralla, pues al no ser la obtención de recursos el objetivo principal más sí el que les brinda la posibilidad de la sostenibilidad financiera, la tributación se convierte en una soga que termina por ahogar a varias de estas organizaciones.
En los últimos meses, el congresista Alberto de Belaunde ha presentado un proyecto de ley para regular las empresas de beneficio e interés colectivo[2]. Este presenta un modelo empresarial moderno, con una visión más amplia e inclusiva, en el que no se prioriza la rentabilidad financiera sino el triple impacto: ambiental, social y económico.
Este proyecto de ley alentaría a muchos emprendedores sociales a seguir trabajando en la tareas que el Estado no tiene capacidad para realizar y, de esta forma, contribuirían de una manera más justa al desarrollo social de nuestro país.

·         ¿Qué debe ser lo primero que no se debe hacer para alcanzar a ser un emprendimiento social?
En este mundo que cada día avanza más aceleradamente, difícilmente nos detenemos a pensar sobre ¿qué hicimos mal?, ¿en qué fallé?, ¿cómo puedo hacerlo mejor?, ¿a quién o a quiénes puedo recurrir para pedir apoyo asesoría o ayuda? En este acelerado proceso, los emprendimientos sociales y ambientales encuentran constantemente un motivo para desistir. Muchos de ellos, por las pocas estrategias del management y de negocios, suelen sucumbir ante la presión social (paradójico y en muchos casos familiar), las cuentas por pagar que van in crescendo, las responsabilidades y con ello terminan saliendo del ecosistema social, sin saberlo, sin quererlo y sin poder tener las estrategias y herramientas necesarias para revertir las dificultades asociadas al crecimiento organizacional. Estas problemáticas se presentan en todos los estratos sociales en los que se desarrollan estos emprendimientos, así como en todas las zonas geográficas de nuestro país y si hacemos una comparación con el mundo, también podremos observarlos en otras regiones.
En el caso peruano, podemos beneficiarnos de varios aprendizajes basados en la experiencia de trabajo con emprendimientos sociales en diversas regiones. Con ellos, nos vamos nutriendo de buenas y malas prácticas, de casos de emprendedores que siguen en la lucha y otros que la abandonan.
En resumen y fundamentados en nuestro recorrido por todo el territorio nacional buscando emprendedores sociales, hemos aprendido muchas lecciones valiosas de lo que no se debe hacer. Las mismas que  compartimos con los jóvenes que se aventuran a este modelo empresarial:
1.       No te enamores del proyecto, enamórate del propósito que te impulsa a hacer esa transformación social.
2.       No busques el modelo perfecto para empezar, busca la compañía perfecta para moverte.
3.       No existe emprendimiento perfecto de laboratorio, pues cuando lo tengas, el ecosistema ya habrá cambiado y tu proyecto no será necesario o ya habrá otro que lo haga mejor.
4.       No busques personas iguales a ti, busca personas diferentes, pero con el mismo propósito.
5.       Ser emprendedor es un reto muy riguroso y difícil. Después del paso inicial, se pasará un largo periodo en el llamado “valle de la muerte”. Ser emprendedor social es mucho más duro que el emprendedor tradicional y su despegue es más lento.
6.       Todas las historias de éxito que escucharás son “las fotografías” que se muestran luego de mil caídas, desilusiones, falta de apoyo y rechazo de tus círculos más cercanos.
7.       Debes tener muy en claro el propósito que te moviliza a sacar adelante el emprendimiento pues, en algunos casos, será el único elemento motivador que te mantendrá a flote en esta aventura.
De todas las lecciones, quizá la más poderosa es la número 1, enfatizamos en ello pues, a veces, nos enamoramos de ese “hijo” y tratamos de perfeccionar algo que tal vez ya no sirve o no podrá ser aplicado. Sin embargo, si estamos enamorados del propósito que nos movilizó, podemos cambiar las estrategias, las personas, los lugares, los recursos hasta encontrar la ruta correcta que nos permita, en un “beta” permanente, seguir luchando para lograr nuestro propósito social.

·         ¿Qué actividad económica se presta más para un emprendimiento social?
Si tenemos como punto de partida que un emprendimiento social o ambiental  busca solucionar un problema latente y este problema se puede dar en casi cualquier área de desarrollo humano: medio ambiental, inclusión social, educación, salud, desarrollo económico y participación ciudadana, entonces también podremos observar actividad económica en ellos.
Analizando el ecosistema, las grandes empresas, el corporativo, compra cantidades inmensas de artículos para el área de imagen, artículos para fortalecer su marca e imagen corporativa, artículos que no están relacionados con el core business de la organización, pero que están dentro de su presupuesto regular.
Estas compras de artículos y servicios se generan en diversas áreas, por ejemplo, por una cuestión legal, toda empresa debe tener 3% de colaboradores con alguna discapacidad (inclusión laboral); sin embargo, las empresas no están preparadas para dar atención y valorar a estos talentos. ¿Acaso solo están dándoles un espacio para cumplir con la ley? O tal vez, invertir en formación y diseño de espacios idóneos para aprovechar los talentos muchas veces desperdiciados por desconocimiento. Ese es un ejemplo claro de emprendimientos sociales que trabajan en inclusión laboral.
Las empresas entregan regalos para fortalecer su marca, muchos de ellos son comprados por la ley de oferta y demanda adquiriéndose, por cuestión de precios, a veces sin conocer la cadena de valor o si es que los proveedores han tenido buenas prácticas. Ante ello, emergen proveedores de impacto, proveedores que tienen una cadena de valor definida, clara y proveen artículos reciclados, confeccionados con material reusable, todos ellos con mención especial de recordación de conciencia ambiental. Esos emprendimientos tienen una clara visión medioambiental.
Nuestro país es uno de los lugares con mayor índice de violencia contra la mujer.  Una de las causas es que la mujer vive subyugada al control machista, pues es el hombre es el único gestor de la economía de la casa. En este marco, surgen proyectos que valoran la labor de la mujer, la empoderan, capacitan y pagan por su trabajo en diversas categorías.  Este es un típico proyecto de participación ciudadana y desarrollo económico.
Existe, hoy en día, una dinámica corriente a favor del voluntariado; sin embargo, las empresas están más concentradas en su labor regular. Ante esta situación, surgen organizaciones que buscan conectar y brindar un servicio de acompañamiento a estas empresas para que su personal pueda realizar voluntariados profesionales y así mejoren notablemente el clima organizacional.
Los diferentes modelos que coexisten en todo el Perú proveen la gran esperanza de que estos emprendimientos han llegado para quedarse y que, día a día,  profesionalizan más su labor y, en un breve plazo, serán la piedra angular en el desarrollo económico y social de nuestro país, siendo estas un ejemplo de desarrollo en todas sus líneas.

viernes, 17 de julio de 2015

Y tú, ¿te comportas como niñita?

¿Cuántas veces, independientemente del sexo o edad, le has dicho a alguien “te comportas como una niñita”?

Parece mentira pero es usual escuchar a hombres y mujeres de todas las edades expresarse así de alguien (en especial de hombres): “juega como una niñita”, “mira, corre como niña”, “jajaja, se comporta como una bebe”, “llora como una nena”, “tiene la fuerza de una chiquita”.
Estas expresiones no hacen más que hacernos pensar en que las niñas son torpes por naturaleza, que son incapaces de hacer cosas con destreza, que carecen de fuerza, que son extremadamente delicadas y no pueden valerse por ellas mismas… en fin, si llegan a crecer será debido al extremo cuidado que hemos puesto para evitar que un mundo cruel las trague. Sencillamente, ellas son las criaturas más vulnerables de la humanidad. ¿Será esto cierto?

Para reflexionar un poco sobre esto miro a mi hija de 5 años, el target en cuestión, y trato de analizarla. Ella se sabe vestir sola, come con autonomía, juega con niños y niñas mayores y menores y jamás la he visto ser maltratada, aunque a veces ella maltrata un poco y yo le llamo “la novia de Chucky”. Le encanta bailar ballet y entrenar artes marciales combinadas, desarrolla con mucha habilidad la gimnasia, con aspas de molino mejores a las que yo hacía en mis buenos tiempos… me reta a jugar partidos de ajedrez y a sus cortos años domina todos los movimientos de las piezas. También es muy veloz y creativa, le encanta la bicicleta, los patines, las manualidades, el skate, el futbol, la pintura y el dibujo. Mientras sigo pensando en las características de mi hija, no le encuentro ni lo pobre ni lo indefensa... Entonces, ¿dónde está esta criatura vulnerable?
De pronto, la veo llorar.
Llora de coraje porque se golpeó mientras jugaba… ¿será ese el indicador de “delicadeza”?. Creo que en nuestra sociedad injustamente menospreciamos las enormes capacidades de los niños y niñas. Ambos son criaturas hermosas y poderosas que pueden tener rendidos a sus padres a sus pies. En mi casa, basta con un beso de mi hija para que haga lo que quiera conmigo.
Así, llegué a la conclusión de que “comportarse como una niñita” significa ser audaz, creativo, valiente, sensible, emotivo y cariñoso… ¡yo realmente quisiera comportarme así!

Javier García Blásquez López

jueves, 7 de mayo de 2015

¿A quién quieres más, a papá o a mamá?

Por Javier García Blásquez López

Una pregunta clásica e incómoda que se suele hacer a los niños con algún fin, a veces inocente a veces con alguna extraña intención. El resultado siempre será incierto y la creatividad de la criatura sacará muchas sonrisas y algunas preocupaciones.
Pero que ocurriría si la pregunta fuera al revés y te preguntarán a ti, como padre ¿a quién quieres más, a tu hijo o a tu hija? De manera natural, la respuesta socialmente aceptada es decir “mi corazón les pertenece a ambos por igual 50/50” o cualquier variante. El padre o madre sería condenado si expresa una preferencia por alguno de  los dos.
Sin entrar en fundamentos psicológicos o filosóficos ¿es posible querer a dos criaturas que provienen de ti por igual? Pues luego de mucho indagar y curiosear puedo proponer una respuesta muy clara “si y no”
Me disculparán los que deseaban encontrar una única respuesta, pero en el paso de los años me he dado cuenta que todo es relativo en el desarrollo humano. Tan relativo y sorprendente como el conjunto de respuestas que podríamos obtener ante hacer  la pregunta fundamental sobre a quién quieres más “a tu niño o a tu niña”
Luego de esto, volvemos a nuestra pregunta y la búsqueda de su respuesta y no me queda más que, a partir de mi experiencia, contar la forma en que quiero a cada uno de mis hijos de forma absolutamente igual pero totalmente diferente.
Mi hijo tiene 7 años, es un niño coqueto tosco y juguetón, lo trato con amor y cierta rudeza pues me veo reflejado en él, trato de ser su ejemplo y reír de cosas “de hombres”, tenemos gustos similares y nos atraen ciertas cosas por igual, a pesar de sus cortos años veo en él un hombrecito en crecimiento (ojo, no un hombre pequeño pues es un niño) al que podría resondrar en caso se porte mal. Lo amo con todo mi corazón y fue el causante de que fuera padre por primera vez.

Mi niña, tiene 5 años, me derrito por ella y con la capacidad incrustada en el ADN de toda damita, hace lo que quiere conmigo, no podré negar que me cuesta mucho más ser duro con ella que con mi tigrecito pues ante una mirada tierna y un “te quiero papá” o unos masajitos dulces que cierra con un beso, quedo derretido a sus pies. Ella es mi todo.

Al leer estas líneas uno presupone que tengo preferencia por mi hija a lo que puedo decir que el amor no está dividido 50 / 50, está dividido 100 / 100 y es íntegro y total a cada uno de ellos con diferentes formas, con diferentes matices y con diferentes emociones.

El tener hijos no es una obligación, te cambia la vida y no te la hace más fácil, te la hace más difícil y dura, más sacrificios, dejar de hacer cosas que hacías antes, sin embargo si tienes la madurez suficiente, es una etapa que te brinda Dios para poder disfrutar de forma increíble el desarrollo de personitas únicas que tienen el 100% de tu cariño, independientemente de la cantidad de hijos que tengas, todos y cada uno de ellos con su singularidad y sus ocurrencias tendrá todo, todo tu amor.

Ama a tus hijos, no tras de una ventana, ama a tus hijos y dales tu calor las 24 horas del día, los 7 días de la semana los 365 días del año